Descripción
Cuenta la historia que la primera aparición de los almendros en Córdoba fue por el amor de un califa -Abderramán III- a su mujer Azahara. Una granadina con verdadera nostalgia de la nieve de la sierra y que, gracias a la maravillosa floración que tuvieron los almendros que el califa mandó plantar en los jardines palaciegos, se aplacó su tristeza. La campiña cordobesa reúne las condiciones óptimas tanto para el olivo como para el almendro y en ambos podemos ver cómo, a lo largo de los siglos, nos hemos apoyado en nuestras colaboradoras, las abejas, para que produzcan mejor. Tienen un agradable sabor dulce y al ser la reina de las almendra en su origen cuenta con multitud de beneficios nutricionales.